"Un lugar donde guardar el aroma que sale de los pucheros, una buena receta, la tarjeta de aquel restaurante que nos gustó tanto, la etiqueta de una botella de vino…"

La cajita de Nieves y Elena

Tarta fondant Kitty para Sofía


Hace tan sólo 15 días que he hecho mi primera tarta fondant, y ya me tengo que enfrentar a la 2ª y más importante, porque es para el 1º cumpleaños de mi nieta Sofía. Mi hija no quería que tuviese una tarta clásica y animada por el resultado que había tenido con la anterior, le dije: “¡yo te la hago!”, inmediatamente pensé que me tenía que haber mordido la lengua, pero me había lanzado a la piscina y ya no había marcha atrás. Yo haría la tarta para que Sofía soplase su velita.


Lo primero que tenía que hacer era pensar el dibujo que le iba a poner al fondant, y enseguida me vino a la cabeza “Hello Kitty”, ya había tejido un jersey con esa gatita a mi hija cuando tenía un añito, por lo que para mí tenía un motivo muy especial.

Para el relleno ganó el dulce de leche, en la votación que hicieron mis compañeros con las dos muestras que les llevé para que degustasen, así que, eso estaba claro.
 

También me habían dicho que hiciese el bizcocho mármol (mitad bizcocho normal y mitad con chocolate), que practicase un poco el amasado del fondant, que midiese bien la plantilla que había hecho no sea que fuese más grande que el molde del bizcocho, que no lo dejase todo par el último momento, que, que, que... Y yo, cada vez con más miedo a meterme en la cocina, había decidido que no, que el viernes cuando saliese del trabajo, iría a casa y prepararía un bizcocho y el sábado tempranito rellenaría y montaría la tarta, pero que mientras tanto no haría nada. No haría nada despierta, porque por las noches soñaba con bizcochos quemados, fondants pegajosas, dulces de leche que se volvían cada vez más líquidos y frenazo en la autopista (la tarta tenía que viajar durante 27 km) que hacía que la tarta se estampase contra mi cara.

¡Y llegó el viernes! Al llegar a casa di todavía un par de vueltas antes de sacar todos los cachivaches y decidí que prepararía dos bizcochos, así, si tenía algún percance como con el “frisbee” de la semana pasada, tendría una “bala en la recámara” para hacer la tarta. Preparé mis ingredientes y batí, mezclé y hornee…. TRES bizcochos, si TRES. El primero básico, el segundo con un poco de cacao y el tercero todo chocolate. Tengo un horno tamaño estándar, por lo que fueron desfilando por el mismo de uno en uno.


Ya el sábado por la mañana corté en dos el bizcocho básico (leche, huevos, aceite, azúcar, harina y un poquito de vainilla) y lo unté bien de dulce de leche. Pero el problema lo tuve con el fondant que iba a cubrir la tarta. Amasaba, estiraba con el rodillo y cuando levantaba el fondant siempre se quedaba la parte central pegada en la encimera (Nieves, tenemos que hacer el curso ¡YA!). Por fin, no sin cierta dificultad, la quinta vez que levanté el fondant rosa, se despegó como una sábana con la que pude vestir la tarta y a partir de ahí a pude empezar a cortar con un cúter la forma de la cabeza de Kitty y poco a poco iba viendo como esa gatita que viene acompañando en estuches, cuadernos, mochilas y camisetas a tantas niñas desde hace tres décadas, se asomaba a mi tarta. La rematé con un enorme lazo rojo y la dejé lista para el traslado.


¡No!, esta vez no tuve ningún percance. La tarta llegó íntegra  a su destino, y sólo con ver la mirada de Sofía cuando vio la tarta me dije que el esfuerzo había merecido la pena.
Por cierto ¿sabéis que hice con los otros bizcochos? …..

¡¡¡MÁS TARTAS!!! Pero esas las podéis ver en pinchando aquí, aunque os puedo decir que no quedaron ni migas, por lo que nuestros catadores oficiales se quedan sin desayuno para el lunes.

Bon Appétit

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