"Un lugar donde guardar el aroma que sale de los pucheros, una buena receta, la tarjeta de aquel restaurante que nos gustó tanto, la etiqueta de una botella de vino…"

La cajita de Nieves y Elena

Magdalenas derrotadas

-Buenas ¿Tiene magdalenas?
- ¡Muy buenas!
- Muy buenas ¿Tiene magdalenas?

Empiezo con este chiste tonto en homenaje a Karlos Arguiñano, porque sus programas de cocina han conseguido que mucha gente pierda el miedo a los fogones, aunque anteriormente el programa de Elena Santonja “Con las manos en la masa” había hecho que yo me interesase por los pucheros.


Tranquilos, que la preparación de mis magdalenas no tiene nada que ver con ellos, así que no les voy a echar la culpa, pero como ya os he contado en otras ocasiones, la repostería es mi asignatura pendiente, y aunque desde que Nieves y yo empezamos este blog he conseguido dulces bastante logrados, también he tenido desastres variados como el bizcocho frisbee que os conté en mi receta del dulce de leche, o la tarta pez de lacasitos.

La semana había sido dura y además tenía que trabajar todo el fin de semana (el sábado por la tarde y el domingo por la mañana se celebraba en el colegio un torneo de ajedrez y llevaba todo el tema de inscripciones), así que veía complicado dedicarle más tiempo a la cocina que lo que se tarda en hacer un pescado a la plancha y una ensalada. Hablando con Nieves sobre el tema me dijo: "¿ni siquiera unas magdalenas que no llevan mucho tiempo?” ¡Ah, pues eso a lo mejor sí!,le respondí. Había comprado unos moldes de papel para magdalenas muy alegres con idea de hacerlas algún día y esta podía ser la ocasión.

Tres tipos de relleno
Me levanté el sábado ilusionada y mientras preparaba una mezcla básica de bizcocho, fui precalentando el horno a 180º. Había decidido hacer tres tipos de magdalenas, uno por cada variedad de dibujos de los moldes, así que el primero lo hice con la mezcla básica y trocitos de chocolate fondant, para las segundas utilicé  la mezcla básica mezclada con cacao en polvo (trabajando bien la mezcla antes de rellenar los moldes) y arándanos deshidratados y para las terceras usé la mezcla básica y trozos grandes de almendra, añadiendo posteriormente un poco de la mezcla que llevaba cacao, en el centro de la magdalena, con la intención que luego quedasen con efecto marmoleado.

Preparadas para la batalla

Todo parecía correcto, rellené los moldes  y metí la bandeja en el horno. No sabía el tiempo que tardarían en hacerse, así que me quedé sentada delante del horno esperando. Mi marido no se había levantado todavía, sino me hubiese dicho “Elena, que la tele está en el otro lado”. A los 3’ ya vi como las que estaban más a la derecha de la bandeja, empezaban a expandirse, a los 5’, la segunda hilera de la derecha parecía que hacían borbotones y a los 7’, cuando la masa de la primera hilera empezaba a rodear a las de la segunda, ya rezaba para que la batalla terminara pronto. Por fin a los 12’ apagué el horno y vi como un grupo de magdalenas triunfantes se habían extendido por la mitad de la bandeja del horno, derrotando a otro grupo que asustaditas las pobres, no sólo no crecieron, sino que hicieron socavón .

Las magdalenas derrotadas

La primera vez que hice magdalenas rellené demasiado los moldes y acabaron todas unidas por arriba, de esto hace más de 20 años, esta era la segunda vez que lo intentaba. Me animé al recordar la frase que llevaba ese día “La cajita”, "La vida del hombre es interesante, sobre todo si ha fracasado. Eso significa que intentó superarse" Y os puedo decir que volveré a la carga, porque he perdido una batalla, pero no la guerra.

De todas formas quedaron esponjosas y muy ricas de sabor. Mi nieta que empieza a comer solidos, se comió dos y mi yerno dijo que las que sobrasen se las llevaba él a casa

Bon Appétit

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